Tras la Segunda Guerra Mundial la barbarie no terminó, los primeros años de la posguerra supusieron el caos. 'Continente salvaje', de Keith Lowe, empieza justo donde parece que termina la desolación de muchos otros libros de historia a los que estamos acostumbrados.
Antonio Muñoz Molina afirma que Keith Lowe se ha empeñado en recapitular lo que nadie recuerda, lo que quizás esté más allá de las facultades de nuestra imaginación contemporánea: lo que sucedió en Europa entre 1945 y 1949. En primer lugar, la escala de la destrucción. Europa es un continente entero en ruinas en el que durante los últimos años han muerto casi cuarenta millones de personas. Europa es un territorio inmenso en el que no rige ninguna ley ni existen gobiernos ni escuelas ni policías que mantengan el orden, ni carreteras practicables, ni líneas regulares de trenes, ni sistemas de abastecimiento, una Somalia espectral por la que vagan millones de desplazados a los que nadie quiere en ninguna parte y en la que los odios que desataron o alimentaron la guerra parecen más fuertes que nunca.
“La historia de Europa en el periodo de inmediata posguerra no es una de reconstrucción y rehabilitación, es en primer lugar una historia de la caída en la anarquía”, avisa Keith Lowe en la introducción.
No hay ley ni orden: no hay policías ni jueces. No hay bancos, ni puentes, ni trenes, ni escuelas, ni bibliotecas, ni tiendas, ni fábricas, ni correos, ni teléfonos. No hay sentido del bien ni del mal. “Hombres armados deambulan por las calles”, describe Lowe, “cogiendo lo que quieren y amenazando a cualquiera que se interponga en su camino. Mujeres de todas las clases y edades se prostituyen a cambio de comida y protección. No hay vergüenza. No hay moralidad. Solo la supervivencia”. Y la venganza.
Dos artículos en El País, uno de ellos de Antonio Muñoz Molina, sobre el libro:
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